lunes, 16 de agosto de 2021

Miedo a la muerte en tiempos de covid

 


Estamos en una época difícil por el Covid, especialmente para la gente mayor y para las personas con problemas de salud. Los que padecemos de corazón, hipertensión, diabetes, y otras patologías somos “personas en riesgo”. Ello implica que infectarnos por el coronavirus nos puede poner las cosas difíciles, por eso la vacuna, aunque no infalible, nos puede ayudar. En el caso de las arritmias, la probabilidad de que reaparezcan las afecciones dormidas, o se agraven la ya existentes, es muy alta. Esta alta probabilidad no solo se da porque el virus ataca las células del corazón y por tanto las favorece, sino tambien porque algunos fármacos utilizados para su cura tienen graves efectos secundarios sobre el corazón, hasta tal punto que varios países ya han prohibido el uso de quininas como tratamiento.

En estos tiempos es normal pensar más en la muerte, y en las probabilidades que tenemos de que, si nos infectamos, terminemos nuestros días solos en la cama de un hospital, sin nadie a nuestro lado.

Yo he tenido momentos de verdadera angustia en este año y medio, no solo por mi, sino por mi familia. Me he angustiado porque mi madre es muy mayor y la infección terminaría con ella con alta probabilidad, me he angustiado por mi hermano que tiene que trabajar como transportista y tiene más riesgo, por mi expareja que trabaja y a veces suele obviar las medidas de seguridad por exceso de confianza. Pero también me he agobiado por mi mismo, porque realmente, cuando la idea me llega a la cabeza me produce una terrible angustia. Si, tengo momentos en los que me da mucho miedo morirme y la angustia me invade, pero cuando pasan unos minutos, empiezo a pensar otras cosas.

Cuando he viajado por otros países he visto grandes diferencias entre nosotros, los países occidentales, y otros países en los que he estado como Brasil, Guinea o Colombia. Me refiero a nuestra actitud ante la muerte. Recuerdo un viaje a Guinea Ecuatorial en el que durante la primera semana en Malabo oímos tambores todos los días durante una semana. Luego nos enteramos que la razón de ese jolgorio era la muerte de un “papa”, un anciano venerado por su tribu. Cuanto más importante era el “papa” más días y más jolgorio se montaba cuando moría. Un día acompañe a mi amigo a otro entierro, para cuya asistencia era condición indispensable comprar algo de alcohol, y así lo hicimos, mi amigo compró unos cartones de vino Don Simón como presente para la familia. Cuando llegamos a la aldea, a unas 2 horas de Malabo, todos estaban bailando y cantando. Me presentaron a la familia del finado y todos tenían una sonrisa serena en su cara, parecía que estuviesen disfrutando el entierro como si fuese una boda para nosotros. La actitud de ninguno de los miembros de su tribu o de su familia era de pesar, y no era por el efecto del vino, ya que no tenían hasta que nosotros se lo llevamos.


 

Sin tanta algarabía he visto la aceptación a la muerte y a la enfermedad en otros sitios, pero siempre en países que consideramos subdesarrollados. En Colombia he visto la paciencia con la que las madres aceptaban las muertes de sus seres queridos, en Brasil la calma y la tranquilidad ante las desgracias. En todos los casos siempre me sorprendió esa aceptación, no había resistencia a la desgracia, era una total resignación tal como la define el diccionario.

Al contrario que las culturas deístas, en las que se asume la existencia de un más allá, y de la eternidad después de esta vida, que es sólo de paso, muchas otras culturas simplemente han aceptado que la vida es así, un ciclo breve de existencia en el que no hemos decidido participar, sino que nuestros padres decidieron por nosotros, y en el que simplemente participamos como mejor podemos. Esta cercanía a la vida sin dramas ni rechazos, sin miedos pero con mucho respeto, e incluso temor por lo vivo, lo he visto en los estratos más humildes de esas sociedades, o en los indígenas que me han guiado en mis excursiones por la selva.

La actitud contraria a la aceptación de la vida tal como es, con sus maravillas y sus desgracias, es lo que domina y se nos ha inculcado en nuestra sociedad occidental. En nuestra cultura se teme todo lo relacionado con la muerte, la muerte y la enfermedad se toman como fracasos, hay que ocultarlos. La gente prefiere mantener en secreto sus problemas de salud, a veces para no dar la sensación de que han" fracasado". Pero también se aísla al enfermo, se le saca de la sociedad, se le oculta, y a menudo incluso él se oculta. No se convive con la enfermedad públicamente, y mucho menos con la muerte. Nadie habla de la muerte, nadie la tiene en cuenta, nadie se prepara para ella. La tribu protectora ha desaparecido y ahora es el estado u otras instituciones, las que se encargan de los enfermos.

Los budistas se pasan toda su vida preparándose para la muerte, la búsqueda del dharma es precisamente vivir el momento para no tener que temer el futuro y así no angustiarse por la certeza de la llegada del bardo, como lo llaman. Sin embargo, un estudio reciente  (Nichols et al. 2018 Cognitive Science 42:314) demuestra que son los budistas, en comparación con cristianos, hinduistas o americanos no creyentes, los que tienen mayor miedo a la muerte, lo que apoya que las ideas que nos formamos de las cosas pueden no tener mucha relación con la realidad. Puede que en los países budistas ocurra lo mismo que en el resto de países creyentes, una cosa son los principios, y otra muy diferente hacerlos propios y aplicarlos. 


 Cuando se tiene una enfermedad crónica del corazón, o cualquier otra enfermedad, y se vive en estos tiempos en los que la muerte está esperándonos en forma de virus, hay que pensar en la muerte, y yo creo que hay que aprender a tenerla presente y prepararse. Alquien dijo una vez que si quieres aceptar tu muerte sin miedo tienes que aprender a vivir sin miedo.  Hay que pensar en la muerte y prepararse para ella, no de forma negativa, dramática, o depresiva. Al contrario, aprender a aceptar la muerte es una actividad intensa que requiere estar constantemente activos.

Los creyentes tienen una gran ventaja, porque si realmente son creyentes, verán la muerte como otra posibilidad, como una transición. Pero esto solo les ocurrirá a los verdaderos creyentes, como a los verdaderos budistas que comenté antes. Reencarnarse, creer en un cielo, en un más allá es uno de los mejores recursos para enfrentarse a la muerte, para quienes realmente crean, claro, porque he visto algunos creyentes resistirse y temer la muerte como el que más. Pero yo no soy creyente, para mi solo hay una vida, y claro que nos reencarnamos, todos estamos hechos con los átomos que antes formaron parte de muchos otros seres, pero cuando nos morimos, todo termina. Todo en nuestra existencia tiene un proceso de nacimiento, desarrollo y muerte: los seres vivos, las sociedades, los países, nuestra tierra, y, posiblemente, hasta nuestro universo.

Creo firmemente que el propósito de la vida no es perdurar, no es llegar a viejos por llegar. Creo que el propósito es avanzar en nuestra esencia, conocernos, evolucionar, experimentar, vivir aceptando la vida todo lo que se pueda, no es tanto acumular experiencias como disfrutar con intensidad y autenticidad lo que se vive. Conozco gente que acumula viajes u otras experiencias como quien acumula sellos, y he conocido gente que no han salido de su país y han disfrutado de su vida plenamente.

Pero lo cierto es que cuando me agobio por el virus y pienso que puede afectarme mortalmente, al rato pienso si mi vida a merecido la pena, y la conclusión es que sí. Yo creo que he tenido mucha suerte en mi vida, he tenido la suerte de tener una producción de endorfinas suficientemente alta como para ser alegre desde niño. Siempre he tenido una visión lúdica de la vida. He sido un apasionado de la mayoría de cosas que he hecho, y nunca he considerado mi profesión un trabajo, sino un verdadero disfrute. Hasta hace muy poco tiempo nunca me preocupé por saber nada que tuviese que ver con mi nómina, siempre me consideré un afortunado porque me pagan por hacer lo que me gusta. He disfrutado mucho de la vida, y lo que creo más importante, he hecho disfrutar a la gente con mi alegría y mi vitalidad. Siempre fui bastante payaso, lo heredé de mi padre y lo desarrollé lo que pude, incluso, aunque brevemente, en el escenario. He sido un profesor al que algunos alumnos han apreciado (lo se por sus comentarios), y he tenido la dicha de haber influido en las trayectorias vitales de varios de ellos,(conozco a varios cuyas profesiones han estado determinadas por mi influencia), y eso, el saber que has influido en la felicidad de la gente, es algo impagable.

He trabajado mucho, sé que puede sonar vanidoso, pero he sido uno de los profesores que mas dinero y proyectos  ha aportado  a mi universidad, lo que quiere decir que he contribuido significativamente a su desarrollo y promoción. He publicado por encima de la media y creo que he contribuido al desarrollo de mi entorno, a la vez que a la protección y mejora de la naturaleza, lo que han sido siempre algunos de mis objetivos personales: entender la vida, mejorar mi sociedad y proteger el medio ambiente para que lo disfruten los que vengan. Pero también he pecado de ambición y de soberbia laboral, muchas veces no he sabido parar, quedarme, disfrutar mejor de lo que había, siempre he generado ideas y mi apasionamiento me ha llevado a querer ejecutarlas, a veces, de forma atropellada y sin pensar en las consecuencias, que suelen ser el estrés y el no poder profundizar lo suficiente. En algunas cosas he pasado muy superficialmente por ellas. Esta ambición laboral creo que ha sido el origen de mi problema de salud. Estoy convencido que mi arritmia ha sido, también (mi padre ya la tenía), favorecida por esta visión apasionada y ambiciosa en mi trabajo, una falta de autocontrol que he pagado con mi salud.

Creo, al menos, que la enfermedad me ayudó a entenderlo y desde entonces he aprendido a disfrutar parte de mi vida como si fuese un jubilado. Si, a alguno le podrá parecer raro, incluso no ético. Pero durante varios años colaboré en el rectordo de la universidad haciendo estadísticas y me di cuenta que había trabajado, a los 45 años, más que el 90 por ciento de mis colegas de universidad en toda su vida laboral. Entonces me percaté que había pagado a la sociedad mucho más de lo que se me pedía, y que tambien lo había pagado con mi salud. Entonces tomé la decisión de que parte de mi tiempo laboral lo utilizaría como si fuese mi tiempo de jubilación ya que hay una alta posibilidad de que no viva hasta la jubilación, o que lo haga en malas condiciones. Así que dejé de trabajar tanto, aprendí a decir que no a muchas cosas, aprendí a seleccionar y a profundizar mejor en lo que hacía. Claro que no ha sido perfecto, porque cuando se tienen ideas cuesta mucho no querer llevarlas a cabo. Pero sí lo he conseguido en buena parte. Como consecuencia, he dedicado parte de mi tiempo a hacer otras cosa que me gustaban, como carpintería, pintura, dibujo, tapicería, fotografía, vela, remo, etc. puedo decir que he aprendido un oficio, el de carpintero, y he entendido el valor del tiempo y del artesano, y sobre todo he aprendido a ver, hacer y entender cosas que antes no veía ni valoraba

También he viajado bastante, siempre creí que ya que hemos tenido la suerte de vivir hay que conocer un poco como es este mundo maravilloso que nos ha tocado. Tal vez he viajado mucho menos de lo que me hubiese gustado, pero la mayoría de las veces lo  he hecho como un viajero, no como un turista, de hecho en muchos sitios he viajado para ir a trabajar, o al menos ese era parte del objetivo del viaje. He visto parte del mundo que me ha tocado vivir, he disfrutado de otras culturas, de otros paisajes de otra gente. Guardo en mi memoria todas esas experiencias como quien ha hecho muchas obras de arte a lo largo de su vida, pero en este caso esas obras solo quedan dentro de mi

Me he sentido muy querido y he querido, pero tambien he sufrido, y he hecho sufrir, desgraciadamente. El problema de los que somos apasionados es que se disfruta y se sufre con intensidades parecidas. He cometido muchos errores, y estoy lejos de haber madurado lo que me hubiese gustado. He sido muy generoso en muchos aspectos de mi vida, pero tambien he tenido un cierto nivel de narcisismo, egoísmo y vanidad que a veces han hecho daño, algo de lo que me arrepentiré siempre, y que hubiese preferido no haber cometido. Me hubiese gustado haber sabido querer mucho mejor de lo que lo he hecho.

Si ahora me muriese, solo lo sentiría por no haber podido evolucionar más, madurar mas y aceptarme y conocerme mucho mejor. Hay gente que dice que se conoce muy bien y yo la admiro, pero yo no puedo decirlo. Me he pasado media vida intentando conocerme y todavía no lo he conseguido, sobre todo porque creo que realmente uno nunca termina por conocerse bien, y eso para mí es una cualidad; como leí una vez “ if you are not dead, you are not done yet”.  Me gustaría tener la sensación de que siempre podré mejorar, de que siempre podré aprender un poco más, de que siempre podré entenderme y entender la vida un poco mejor, de que puedo sorprenderme a mí mismo, de que puedo ser mejor persona. Decía un famoso filósofo que la gente realmente inteligente era gente de una profunda bondad, y yo estoy totalmente de acuerdo, porque la bondad, como la inteligencia, se aprende. Pero tambien hay que ponerle ganas.

Creo por tanto que a mis años he disfrutado mucho de la vida. He tenido suerte porque no he sufrido grandes contratiempos, se lo que es sufrir por la muerte de un padre, por las separaciones y rupturas sentimentales, por los errores que he cometido y que han hecho daño a otras personas, por mi propia enfermedad, pero en comparación con otros que han tenido mucha menos suerte que yo, tengo que considerarme un hombre muy afortunado.

Por ello, cuando me entra el agobio del miedo, hago este balance y entonces simplememte me relajo, dejo de pensar, acepto lo que venga e intento dejar que la vida fluya, luchando siempre por verla con el suficiente desapego.

 

domingo, 29 de marzo de 2020

CUANTO DURA EL EFECTO DE LA ABLACIÓN DE LAS VENAS PULMONARES?


RECURRENCIA DE LA FIBRILACIÓN AURICULAR (FA) DESPUES DE LA ABLACIÓN




Cuando se ha pasado por dos ablaciones, como es mi caso, una de las preguntas que nos hacemos es ¿y cuánto tiempo más podré estar sin FA?. Lo que ningún médico me comentó es que la ablación no es una solución definitiva, en la mayoría de los casos funciona durante algunos años, pero en función del tipo de FA y de otros factores como el peso, presencia de otras patologías cardiacas, etc. la reversión a FA puede ser realmente corta.


Preguntándome por esta duración realicé una pequeña búsqueda bibliográfica sobre el tema y presento aquí los resultados de los pocos artículos que encontré, ya que este aspecto es aún objeto de estudio. La comparación de trabajos debe hacerse con cuidado ya que la población analizada cambia en cada caso. Para análisis más detallado deben consultarse estos datos de base en cada artículo.


Uno de los primeros trabajos publicados fue el de Schreiber et al. (2015), quienes revisan la evolución de 549 pacientes que presentaban FA persistente y que fueron sometidos a una o dos ablaciones. Lo interesante de este artículo es el estudio del éxito de la ablación, medido en el número de meses hasta que aparece la FA. Se observa que en el caso de la FA persistente, una sola ablación tiene un éxito de solo el 20% al cabo de 60 meses, mientras que dos ablaciones alcanza el 56% de éxito al cabo de 5 años.








El trabajo de Yubing et al. (2018) estudia la recurrencia de la FA en pacientes con FA persistente.  La recurrencia después de la primera ablación varió desde el 49 al 60% al cabo de uno a 4 años. El 92% de las recurrencias aparecieron en los primeros 2 años.  En el caso de ablaciones repetidas (se llegan a repetir hasta 4 y 5 veces), la recurrencia varió entre el 33 y el 48% al cabo de 1 a 6 años. En este caso el 93% de las recurrencias aparecieron en los primeros dos años. El % de pacientes que se mantienen en ritmo sinusal fue del 40%, 51% y 52% al cabo de 1, 2 y 3 o 4 ablaciones, respectivamente.

Diagrama que indica como la probabilidad de recurrencia de la FA después de una única ablación aumenta con el tiempo. Aquellos que llegan a los 36 meses sin haber tenido recurrencias tienden a estar libres de FA durante los años que duró el estudio (10 años)



En el caso de la FA persistente se observa que los factores que están relacionados de forma significativa con la recurrencia de la FA fueron:


´- Tiempo que se ha estado en FA antes de la ablación: haber estado poco tiempo en FA antes de la ablación es lo más importante. Cuanto más tiempo en AF mayor remodelación se produce en la aurícula, mas fibrilación y menos probabilidad de que la ablación se mantenga a largo plazo.

- Masa corporal. Los que tienen un índice alto de IMC recurren antes, estar delgados es el segundo factor de importancia que favorece el mantenimiento del ritmo sinusal.

El gráfico presenta la probabilidad de recurrencia de la FA después de varias ablaciones. La pauta de recurrencia va aumentando hasta los 2 años, y se enlentece a partir de ese tiempo. Parece haber un largo periodo de estabilidad entre los 3 años y los 6 años entre los que no aparece la FA, a partir de los 6 años, los que se mantienen en RS tienden a mantenerla por muchos años más.



En general, el estudio indica que la mayoría de la recurrencia de la FA aparece en los 2 primeros años de la intervención, sea una o varias ablaciones las que se hayan realizado.

Se sabe que el tamaño de la aurícula izquierda es uno de los factores de éxito en las ablaciones, cuanto más dilatada esté la aurícula menor es la probabilidad de éxito de la ablación para mantener libre de FA al enfermo.


El trabajo de Chou et al. (2018)  demuestra que existe otro grupo de pacientes que deben considerarse en los estudios de ablación y que son aquellos que después de una ablación vuelven a pasar a FA al cabo de poco tiempo, y que no pueden ser controlados por fármacos, como es mi caso. El artículo muestra que la fracción de eyección de la aurícula izquierda era mucho mejor predictor de la recurrencia de la FA después de la ablación que el tamaño de dicha aurícula



Lo que, en general, los estudios vienen a indicar (ver p. ej la revisión de Mujovic et al. 2017a) es que la probabilidad de que una ablación, sea única o repetida, tenga éxito a largo plazo para seguir manteniendo el ritmo sinusal va a depender de factores como : edad (>70 años), la sintomatología (AF oligo o asintomática es mucho menos favorable que la sintomática), el tamaño de la aurícula izquierda (si es igual o >45 mm la probabilidad es menor), que la FA sea persistente (las paroxísmicas son mucho más favorables al éxito), que esté asociada a otras arritmias (existencia de taquicardias o flutter auriculares), exista otros fallos estructurales en el corazón, obesidad, o que la FA no haya podido ser controlada por la amiodarona.


Yo cumplo 6 de esos aspectos que reducen el éxito de la ablación en el mantenimiento del ritmo sinusal, por lo que la probabilidad de que mi segunda ablación falle en un plazo de tiempo entre los 2 y los 5 años parece ser bastante elevada.


De hecho, en otro trabajo, estos mismos autores ( Mujovic et al. 2017b) proponen un índice que puede aplicarse para predecir la recurrencia después de un año de la última ablación: Sexo masculino (1 punto), bloqueo en la conducción ventricular (alteración de la onda QRS) (1punto), tipo de FA (paroxística=0, persitente=1 o muy persistente=2), y la recurrencia temprana de la FA (1punto). El índice lo denominaron MBLatter (may be latter).

Indice MB-LATTER (Mujovic et al 2017b) AF: fibrilación auricular.

La suma de estos puntos indica la probabilidad de que se repita la FA al cabo de 1 año. El máximo de puntos que se pueden tener es 6, y tener 2 o más de 2 puntos indica una alta probabilidad de que se reproduzca la FA después de un año de la última cardioversión.

Grafico que indica la probabilidad acumulada de estar libre de una FA después de 1 año de que se haya realizado la última ablación, según el índice MB_Latter. Cuando el índice es igual o superior a 2 (se cumplen al menos 2 condiciones), la probabilidad de que se reproduzca la FA al cabo de 3 años es de casi el 80%



 La tasa a la que los pacientes van perdiendo el ritmo sinusal fue del 16% anual, y la tasa acumulada al cabo de los 3 años de la última ablación fue del 31%. Estos datos coinciden con los de otros estudios que encuentran una incidencia del 7-10% anual en el incremento de la aparición de la FA después de la última ablación. Podría decirse que al cabo de 10 años, casi el 80% de los pacientes vuelven a tener FA, salvo aquellos cuya FA era paroxística, con muy poca remodelación de la aurícula, y sin otros problemas de conducción eléctrica en el corazón.


Contrariamente a lo esperado, yo tengo un índice MBLatter de 6, y sin embargo llevo 3 años en ritmo sinusal, lo que aguantaré así nadie lo sabe, así que seguiré disfrutando de mi estado todo lo que pueda.




Referencias:


Chou et al. 2018 Left atrial emptying fraction predicts recurrence of atrial fibrillantio after radiofrequency catheter ablation. PLoS ONE 13(1):e0191196.


Mujovic et al. 2017a Catheter ablation of atrial fibrillation: an overview for clinicians. Adv. Ther. 34:1897-1917


Mujovic et al. 2017b Prediction of very late arrhythmia recurrence after radiofrequency catheter ablation of atrial fibrillation: The MB-LATER clinical score. Scientific Reports 7:40828 DOI:10.1038/srep40828


Schreiber et al. 2015 Five-year follow-up after catheter ablation of persistent atrial fibrillation using the stepwise approach and prognostic factors for success. Circ. Arrhythm. Electrophysiol. 8:308-317.


Yubing et al. 2018 Long-term outcome of radiofrequency catheter ablation for persistent atrial fibrillation. Medicine 97: 29(e11520).


sábado, 4 de marzo de 2017

SEGUNDA ABLACIÓN




Hace un par de meses me han realizado la segunda ablación. La probabilidad de éxito de la primera ablación era de un 60-70%, y al cabo de un año el resultado fue que ganó el 30% restante. Mi fibrilación es rebelde, mi aurícula se ha hipertrofiado y probablemente parte de mis miocitos, las células del corazón, han aprendido a generar sus propios impulsos, lo que está haciendo que el número de focos de excitación en la aurícula no sea solo uno, como le sucede a la gente sana, o unos pocos emitidos desde la base de las venas pulmonares, como sucede en la mayoría de fibrilaciones, sino que sean varios focos en diversas zonas de la aurícula.

Un corazón bradicárdico

Antes de la aparición de la fibrilación, mi corazón ya tenía una patología, algo aparentemente inocuo según creían los cardiólogos hace años, yo ya tenía una bradicardia, es decir un latido más lento de lo normal, debido a que tengo desde hace décadas un bloqueo de la conducción del estímulo eléctrico desde la aurícula al ventrículo.



Lo normal es que, para cada excitación y comprensión de la aurícula, el estímulo que sale de la aurícula se comunique con el ventrículo y provoque que este se contraiga después de que la aurícula lo haya hecho y la sangre haya pasado al ventrículo. En mi corazón, esta conducción entre la aurícula y el ventrículo no es eficaz y el tiempo de conducción del estímulo entre la aurícula y el ventrículo es mucho más lento de lo normal, tan lento que no solo me provoca la bradicardia, sino que a menudo la excitación de la aurícula  queda aislada y no va acompañada de una contracción del ventrículo, creándose lo que se llaman extrasístoles, ondas P que no van acompañadas del resto de onda o complejo Q-R-S-T.

 

Como se ha indicado en algunos trabajos, este tipo de bradicarda parece estar relacionada con la aparición de fibrilación auricular. Los miocitos están acostumbrados a excitarse y descargarse, y si les llega poca excitación es probable que algunos de ellos aprendan a excitarse y descargarse de forma independiente, sin necesidad de recibir el esperado impulso desde el nodo auricular. Mi fibrilación auricular es por tanto un tipo de fibrilación diferente de otras fibrilaciones, lo que también supone un comportamiento diferente frente a los fármacos y las ablaciones. No se puede por tanto comparar mi fibrilación con la de otras fibrilaciones, cada una tiene su origen y condiciones propias de cada persona.

Segunda ablación


En mi caso, como la primera ablación no tuvo éxito era necesario realizar una segunda ablación antes de que la aurícula siguiese dilatándose y el resto de patologías que están relacionadas con esta enfermedad siguiesen avanzando.

Una consecuencia de la fibrilación es la dilatación de la aurícula, pero esta dilatación tiene otra consecuencia inmediata, la pérdida de eficacia de las válvulas cardiacas. La aurícula se hace más grande, se hipertrofia como consecuencia de la mayor actividad, pero la válvula que comunica la aurícula con el ventrículo no crece, el marco se ensancha pero la puerta no y no puede cerrarse del todo, la eficacia de las válvulas se pierde y se produce una insuficiencia.

El procedimiento de la ablación siguió el mismo proceso que ya describí en otra entrada. En este caso, me aseguré previamente de que los códigos de las autorizaciones de la aseguradora eran los correctos, algo que me costó bastante trabajo porque la profesionalidad de algunos trabajadores de mi seguro deja bastante que desear. Explico aquí los problemas por si sirven de ayuda.

En el proceso se necesita hacer una resonancia magnética cardiaca, un eco-cardiograma trans-esofágico, y finalmente la ablación por el sistema CARTO (en mi caso). Pues bien, me dieron las autorizaciones para una resonancia magnética general, para una endoscopia esofágica y para una ablación convencional. No acertaron ni una. Envié las autorizaciones a la clínica para confirmar que estuviesen bien y ellos me confirmaron el error. El personal de la aseguradora no sabía dónde buscar los códigos de las autorizaciones, y en vez de buscarlas en la sección de enfermedades cardiacas las buscaron en digestivas, vamos, una verdadera chapuza. Después de una semana y de varios correos sirviendo de mensajero entre la aseguradora y la clínica, por fin me dieron las autorizaciones correctas. En conclusión, el personal de la aseguradora no se le ocurrió llamar directamente a la clínica o a la central de la aseguradora para preguntar los códigos, y a la clínica no se le ocurrió mirar los códigos de otras intervenciones parecidas para comunicármelas, todo lo tuve que hacer y preguntar yo. Por cierto, por si a alguien le sirve, la ablación CARTO se llama en DKV: Estudio electrofisiológico de la conducción auriculo-ventricular, y el código es el 656. De lo que no me puedo quejar es de la aseguradora, aunque mi seguro es uno convencional privado, no he tenido que hacer ningún co-pago en ninguna de las ablaciones, algo que, al parecer, si ocurre en otras aseguradoras para este tipo de intervenciones.

La Clínica del Pilar


De lo que tampoco me puedo me puedo quejar es de la atención del personal de la Clínica del Pilar, la verdad es que te sientes cuidado y protegido todo el tiempo. Todas las pruebas siguieron el esquema temporal que me indicaron, el personal es amable y los especialistas están pendientes de ti. La atención en la UCI cuando sales de la intervención también es buena, te hacen pruebas para verificar que las cosas van bien y al día siguiente hubo otro ecocardiograma para asegurarse que no ha habido problemas en la intervención. Después de pasar la noche y la mañana del día siguiente en la clínica, me dieron de alta a las 4 de la tarde y nos fuimos al hotel. Siguiendo los consejos, en previsión de posibles problemas esperamos otro día antes de viajar de vuelta a casa.

Antes de darte el alta te quitan el punto de la ingle, un punto verdaderamente escandaloso porque lo que hacen es pinzar tu propia piel de una forma especial para que haya una presión sobre la zona de la ingle por la que te introducen los catéteres y se cierre cuanto antes. Las dos veces he tenido suerte y el punto apenas ha sangrado, por lo que una gasa y un esparadrapo es suficiente para proteger esa zona y evitar que roce con los pantalones. No obstante, yo ya voy preparado y me llevo un poco de yodo, una gasa, esparadrapo y agua oxigenada para hacerme la cura en el hotel y cambiar la gasa si el punto sangra un poco. También voy depilado para la intervención, me depilo el pecho porque en mi caso se hace una cardioversión durante la intervención, y también me afeito las ingles, sobre todo la derecha, para que no haya problemas en la introducción de los catéteres. Es lo que me hicieron la primera vez y prefiero hacerlo yo en casa con tranquilidad antes de ir a la clínica.

La verdad es que la intervención está muy estandarizada y controlada, lo que hace que ese dia y medio que se está en la clínica, desde que se entra a las primeras pruebas hasta que se sale con el alta, pasa rápidamente. Animo a cualquiera que tenga pendiente esta intervención que la realice sin miedo. Por supuesto que cualquier intervención tiene sus riesgos, pero también tiene riesgo cruzar una calle o conducir y nadie pensamos que podamos tener un accidente.

 

domingo, 18 de diciembre de 2016

En el aniversario de la muerte de Teresa Apellániz. Denunciando la mezquindad universitaria





Este mes se cumple el aniversario de la muerte de Teresa Apellániz, tambien conocida como María del Castillo en las redes sociales. Teresa fue una luchadora toda su difícil vida, cardiópata desde los 7 años, lo tuvo aún más difícil cuando entró a trabajar a la Universidad de La Rioja, ahí conoció la parte más oscura y mezquina que puede encontrase en cualquier universidad: el acoso continuo por estar enferma. Sirva este post para recordar la labor de Teresa y el apoyo que dió con su trabajo a todos los cardiópatas, y para volver a denunciar un hecho del que Teresa fue víctima.



"Buenos dias, soy Profesora Titular de Universidad de la Facultad de Economía, soy Dra en Economicas y Premio Extraordinario de Doctorado en Economia, con articulos cientificos, estancias de investigacion, y la carrera hasta opositar a la Facultad de Economicas me llego casi a los 40 años.
Nunca me gusto mi trabajo, simpre he querido ser medico, asi que ahora estoy matriculada en la Facultad de Medicina y acabaré cuando pueda y si puedo, pues mis tios abuelos el DR. CRISTMANN, DR. DESCHAMPS y toda la gente que conozco me dice haz lo que te gusta, y así podras ayudar a los demas, yo moriré, sino termino la carrera de MEDICINA siendo estudiante"


Teresa murió por un error médico, siendo consciente de lo que le pasaba precisamente por sus conocimientos médicos. Pero antes de su muerte, Teresa sufrió un acoso constante en su puesto de trabajo.



En esta entrevista, Teresa expone claramente como su promoción en la Universidad estuvo dificultada por su problema de salud. Una de las razones por las que mi blog es anónimo es precisamente esa, la de evitar que utilicen mi situación aquellos que no dudasen en usar mi enfermedad como forma de ataque. La Universidad española es de una profundad mediocridad, una mediocridad aderezada de gran mezquindad.

La razón de esta mediocridad, y de la mezquindad que con frecuencia se observa en nuestra universidad, es muy simple, y ha sido reconocida en docenas de medios, estudios y análisis. El funcionamiento básico de nuestra universidad es el clientelismo, las plazas se conceden, y muchas veces se ofertan, en función de quién es el profesor que se quiere promocionar. Lo habitual es que el catedrático del departamento tenga a un candidato, normalmente un doctor a quien haya dirigido o algún profesor contratado con quien tenga buenas relaciones, o simplemente sea algún familiar directo o indirecto. Lo que queda claro a todo el Departamento es que se va a promocionar “la plaza” del fulano o mengana correspondiente, es decir, se sobreentiende que es una promoción interna, pero que desgraciadamente debe salir a oferta pública porque así lo requiere la legislación.

Lo normal es ofertar la plaza a concurso público, lo que con frecuencia se solía, y aún se suele, hacer con la máxima nocturnidad y alevosía, por ejemplo sacando el anuncio en agosto, o si es un contrato, dando plazos cortísimos  para presentar la solicitud y la documentación.
Si a la plaza se presenta algún otro candidato, de dentro o fuera de la Universidad convocante, el tribunal, seleccionado parcialmente por el catedrático o Director del Departamento, solía poner las cosas difíciles a cualquier alóctono hasta niveles realmente vergonzosos. Personalmente he llegado a escuchar cosas como “su currículo es tan bueno que no entiendo porque se presenta a esta plaza, usted puede estar trabajando en cualquier Universidad extranjera”

La endogamia era, y sigue siendo, brutal. Lo peor de la endogamia no es que se seleccionen a los candidatos de la casa, lo peor es que dichos candidatos son los más dóciles, los que aun siendo muy buenos trabajadores (el catedrático elige a veces a los más trabajadores para que sigan siendo sus esclavos), son los que seguirán las opiniones y criterios del catedrático con la máxima docilidad.

En este ambiente de clientelismo cualquiera que critique al catedrático o que no sea de su interés, o de su grupo, lo va a tener muy difícil para promocionar. En esas condiciones, si finalmente se consigue la plaza, se utilizará cualquier característica para ningunearlo, ridiculizarlo, e incluso, como fue en el caso de Teresa, hacerle la vida imposible, como por ejemplo, obligándola a impartir más docencia de lo nomal, a sabiendas que con su enfermedad esa situación le podía acentuar los síntomas debido al estrés que suponían dichos excesos.

Salvo honrosas excepciones, estos comportamientos mezquinos son frecuentes en cualquier Universidad española, y no es raro encontrar situaciones de acoso en varios departamentos de cada universidad. El acoso puede ser muy sutil pero constante, simplemente cargando a una persona con las asignaturas más complicadas, negándole permisos de asistencia a congresos, imponiéndole los horarios menos favorables, o cambiándole la asignatura cada año para que tenga que prepararla. Pero también puede haber un acoso directo, verbal o activo,  por ejemplo impidiendo que la persona pueda realizar su tarea como la realiza cualquiera de sus compañeros negándole equipos, ridiculizándola delante de sus alumnos, o acusándola de cualquier barbaridad.

Pero hay casos más graves, conozco un caso donde el acoso constante del catedrático sobre un profesor titular que quería promocionar su plaza a catedrático terminó con el suicidio del profesor. La presión del catedrático y el mobbing que aplicó sobre el pobre profesor para que no se concediese otra plaza de catedrático fue tal, que la salud mental del profesor se vió fatalmente afectada. Lo más grave es que nadie protestó, nadie denunció, nadie hizo nada, ningún otro profesor del departamento, conocedor de los detalles, denunció la situación. Nadie lo hizo porque el clientelismo, como he dicho antes, ha seleccionado a mentes dóciles y aborregadas, incapaces de luchar por estas injusticias.



Pese a todas las dificultades, Teresa fue una luchadora contra viento y marea, emprendedora y activa pese a su enfermedad. Teresa fue una ayuda para muchos y un ejemplo para todos, sirva este post como mi humilde homenaje a su memoria.



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